Ante todo, me gustaría preveniros que yo soy culé lo que, sin duda, facilita un poco la escritura de este articulo ;-)
Como todo el mundo sabe, ayer el R. Madrid, a pesar de una inversión de 250 M€, fue eliminado de la Copa de Europa por un equipo (Lyon) que, de jugar en la liga española, estaría en la mitad de la clasificación (de primera división).
Una vez más ha quedado demostrado que el dinero no lo hace todo y que hay otros valores que son mucho más importantes que los cheques millonarios. Sin ir más lejos, durante décadas, el eterno rival, (el Barça), basó su estrategia deportiva en los fichajes multimillonarios con unos resultados, en la mayoría de los casos, por debajo de las expectativas.
Sin embargo, un día tuvimos la suerte de ver desembarcar una “banda” de holandeses que nos enseñaron a privilegiar la formación interna y fomentaron ese poderoso útil que es la “Masia”. Desde entonces, el Barça obtiene regularmente muy buenos resultados y es el único equipo de su nivel que juega con una plantilla donde la mitad de los titulares son de “casa” (salidos de su escuela de formación).
Es más, la mitad de los mejores equipos de Europa tienen algún jugador que ha formado parte de la cantera blaugrana y que ha tenido que emigrar debido al nivel exigido y/o la fuerte selección interna (la consecuencia colateral cuando hay tanto donde elegir).
En un país sumido en una de las crisis más graves que se han vivido en los últimos cien años, estos ejemplos son edificantes. Y eso sin entrar en la procedencia de estos 250 M€ que, en mi opinión, solo han podido ser obtenidos gracias a una política económica basada en la especulación, explotación, dinero negro y el crédito a ultranza, que hace que la crisis sea más grave en España que en otros países europeos.
Este ejemplo nos demuestra, que el trabajo bien hecho combinado con una estrategia que privilegia los resultados a largo plazo, (como el buen vino) produce equipos fuertemente motivados para los que el dinero no lo es todo aunque no por ello producen menores beneficios una vez la máquina está lanzada… ¿hay mayor motivación que ser fan de su propio equipo?
Lo más curioso es que ésta era la política del R. Madrid hace tan solo unas décadas, lo que dio lugar a uno de los mejores equipos de toda su historia, (la famosa “quinta del Buitre”) que tantos culés sufrimos y envidiamos (secretamente… por supuesto) durante años. Pero al parecer, la especulación (deberíamos investigar quién gana realmente con el dinero de tanto fichaje) y los resultados a corto plazo han conseguido acabar con la verdadera gallina de los huevos de oro.
OJO, esto no quiere decir, tampoco, que el Barça vaya ha ganar la Liga o la Copa de Europa (podría ser eliminado la semana que viene) pero los hechos están ahí: en estos últimos diez años nos ha dado muchas satisfacciones y, sobre todo, un sentimiento de orgullo de ser CULE por lo que ello significa (no entraré en otros debates).
A estas alturas, os estaréis preguntando… ¿y qué tiene esto que ver con el ciclismo?
Pues bien, no sé si os habéis dado cuenta, pero estamos al comienzo de una nueva era en la que, gracias al tan criticado UCI Pro Tour, el ciclismo se está internacionalizando y, por consecuencia, se están creando nuevos equipos de origines muy diversos y no solo con base en los tres países hasta ahora dominadores: Italia, Francia y España.
Estos equipos (Sky, Radioshack, BMC, etc.) aportan al ciclismo un poco de frescor, otras formas de entender el deporte y, sobre todo, mucho más profesionalismo. Estas nuevas habitudes que parecen molestar a algunos “de los de siempre” ya les han costado más de un conflicto cuyo punto álgido (por ahora) se dio en el Tour d’Oman cuando una buena parte de los equipos se aliaron contra Sky para impedir que uno de sus corredores ganase la prueba.
Al mismo tiempo, este crecimiento en cantidad y diversidad (que este año está creando verdaderos quebraderos de cabeza a los organizadores del Tour de Francia para elaborar la lista de participantes) ha aportado nuevos sponsors que han inyectado cuantiosas sumas de dinero para reclutar corredores, entrenadores y equipo técnico. Por ahora, esto les ha permitido arrancar con buenos medios y mejores intenciones: trabajo de fondo, desarrollo de cualidades, formación, protección de los nuevos valores, etc. Esperemos que las cosas sigan por ese camino y que las ansias de resultados a corto plazo no perviertan el sistema hasta un nivel parecido al del fútbol.
Porque no nos engañemos, el ciclismo no está exento de estos males. Y como ejemplo, lo que está empezando a ocurrir aquí en Francia: Algunos corredores, por el mero hecho de haber tenido la suerte de estar en la buena escapada y obtener un buen resultado completamente inesperado (victoria de etapa y/o unos días con el maillot amarillo) han podido negociar contratos millonarios muy por encima de sus capacidades reales para luego… echarse a “dormir”.
El resultado es que, cualquier corredor con un poco de talento (o, desgraciadamente, bien “tratado”), por el mero hecho de ser calificado como una promesa, se autoriza el derecho a reclamar un contrato multimillonario olvidándose de los otros valores fundamentales de toda profesión (que no son exclusivos del ciclismo): planificación, trabajo, mucho sacrificio y un poquito de suerte (que también hay que saber provocar o ir a buscar).
En conclusión, una sociedad puede cambiarse con gestos tan simples como valorar el trabajo bien hecho, el espíritu de equipo, la solidaridad, el sacrificio y también… apoyando críticamente a nuestro equipo de fútbol (o ciclista) favorito, independientemente de los resultados a corto plazo. En nuestras manos de cicloturista anónimo está el saber dar ejemplo fomentando en nuestro entorno ciertas actitudes y evitando aquellas por los que somos tan criticados o criticamos nosotros mismos a los otros ciclistas y, por extensión, el resto de usuarios de la carretera.
Porque no lo olvidéis: Nuestros dirigentes, futbolistas o ciclistas profesionales no son ni mejores ni peores que nosotros sino el fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos todos (ellos incluidos).
Bonne Route