Semana de vacaciones escolares aquí en Francia lo que quiere decir, al menos teóricamente, de poca intensidad de tráfico… ¡JA!
Hacía tiempo que no me encontraba embotellamientos como los de estos días, bueno, “solo” por las tardes ya que, por la mañana, los que estaban de vacaciones aún no se habían levantado… A tal punto que este viernes, sin pizca de ganas, me fui al trabajo en bici.
En principio había previsto una semana tranquila y no demasiado cargada: El lunes una sesión de rodillo muy corta y ligera, para soltar músculos y, el miércoles, ida y vuelta al trabajo sin forzar demasiado.
Cómo os he dicho, el viernes no tenía ningunas ganas de ir al trabajo en bici pero, después del embotellamiento que tuve que sufrir el jueves por la tarde y en previsión de la operación salida prevista para el día siguiente, me “resigné” a la evidencia.
Para colmo, mi súper-luz frontal me estuvo dando la tabarra durante todo el trayecto apagándose cada dos por tres (un falso contacto de una pila, ya reparado, imperdonable cuando pagas casi 100 € por ella). No había peligro para mi seguridad ya que las otras cinco (dos delanteras y tres traseras) funcionaban perfectamente pero cuando te has habituado a circular con las “largas” las echas de menos…
Y mis mesaventuras no se acabaron ahí ya que llegando al trabajo, sobre el carril bici, estuve a punto de ser atropellado por un ciclista suicida (iba sin ninguna luz siendo aún noche cerrada) que debía circular medio dormido… Viendo el despiste del tío, le pegué uno de mis míticos gritos huracanados, esos que suelo pegar cuando nos sale un perro en medio de la montaña (los “Companys” de mountain-bike saben de lo que hablo ;-) y conseguí despertarlo antes de que nos chocásemos de frente… ¡sin airbag!
Ayer sábado día tranquilo sin salir de casa ya que invitamos a unos amigos a comer paella, lo que acabó convirtiéndose en una de esas jornadas maratón (un buen entrenamiento para la Navidad que se avecina…). La fiesta (muy agradable) acabó bastante tarde. Menos mal que esta noche, con eso del cambio de hora, hemos podido dormir un poco más ya que si no, no creo que hubiese salido a la hora habitual.
Y habría sido una lástima, ya que hoy domingo, después de casi dos años sin salir con nosotros, Philipe…
con el grupo de Draveil, han vuelto al redil…
Para celebrarlo, Marc nos hemos conducido
hacia la vallée Chevreuse en una mañana que ha amanecido con un poco de niebla
pero que, finalmente, ha quedado espléndida para rodar en bici.
Un circuito que, al final, les ha parecido un
poco largo (102 km) y demasiado exigente (775 m de desnivel) para esta época
del año ya que en Orsay han estado a punto de abandonarnos pero, como no debían
conocer el camino de vuelta se han quedado con nosotros para abandonarnos
definitivamente en las proximidades del Escargot, que hemos subido Marc y yo
solos ;-)
Bueno, esta era la última semana de la temporada 2011. En los dos meses que quedan para las vacaciones de Navidad tengo que viajar a Turquía dos (puede que tres) veces. En esas semanas no podré tocar la bici (excepto el domingo y si no llueve), durante las otras, ritmo capilar… seguramente en solitario, ya que los colegas no han comprendido todavía el interés de un tal entrenamiento… ;-)
Bonne Route
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