Como dice el título, tiempo de pausa, creo que bien merecida después de una temporada que se cerró con la disputa de la Etapa del Tour.
Desde entonces, hace ya casi tres semanas, muy poca bici. Dos horas después de dejar la bici en casa, cogía un avión con destino a Turquía donde pasé la semana y, por una vez, también el fin de semana.
En efecto, mi mujer que ya estaba en Vilanova se reunió conmigo en Estambul donde pasamos un estupendo fin de semana (sin niños ;-).
Desde entonces, hace ya casi tres semanas, muy poca bici. Dos horas después de dejar la bici en casa, cogía un avión con destino a Turquía donde pasé la semana y, por una vez, también el fin de semana.
En efecto, mi mujer que ya estaba en Vilanova se reunió conmigo en Estambul donde pasamos un estupendo fin de semana (sin niños ;-).
No sé si os lo he comentado alguna vez pero Turquía es un país que me tiene cautivado, seguramente porque me hace rememorar ciertas imágenes de mi infancia. Un país de contrastes que se parece mucho a la España de hace unos cuarenta años.
Y Estambul es una ciudad preciosa que, si no habéis visitado aún, merece la pena que penséis en ello.
La mezquita azul...
A la entrada del palacio Topkapi...
La Torre Galata...
Y visitando la mezquita azul, donde las mujeres tienen que cubrirse (no hace tanto tiempo exigian lo mismo aqui en España para visitar ciertos monasterios y otros lugares de culto, puede que aùn lo hagan...)
Después de ese fin de semana me quedaban, tan solo, tres días de trabajo antes de coger las vacaciones. El jueves 28 de julio, después de casi diez horas de autopista, llegaba a Vilanova.
El “mal” tiempo de ese primer fin de semana, junto con el cansancio acumulado (seguramente también de orden psicológico), hicieron que me quedase en casa sin tocar las bicis (ni carretera ni montaña).
No salí en carretera hasta el martes por la mañana. Fui a subir las Ventosas a ritmo muy tranquilo, (aunque para ello me habría ido mejor un desarrollo más desahogado) y arriba me di media vuelta y para casa.
Por el camino pude comprobar que aquí la gente sigue sin entrenar… Me crucé con Germán, Jordi y, yo que sé cuántos otros.
El miércoles, salida en BTT (Casa Alta, Acueducto, de nuevo Casa Alta y bajada por mi mirador favorito: los Balcones).
Y desde entonces, nada más. En esta semana de fiestas me acuesto tan tarde que, después, cuando me levanto ya no son horas de salir a no ser que quieras pillar una insolación.
Lo que si he hecho es leer. Una vieja afición que tenía un poco abandonada. Ya llevo dos libros, uno de ellos un gran descubrimiento que, si os gusta leer, os recomiendo vivamente: El bolígrafo de gel verde.
Se lee, muy rápido (a mí solo me ha durado dos días) pero te hace reflexionar (y mucho) sobre el estilo de vida que nos hemos construido. Por cierto, la historia de Eloy Moreno, su autor, también merece la pena de ser conocida… la tenéis en: www.elboligrafodegelverde.com
Nada más, nos vemos este sábado, si consigo levantarme a tiempo… ;-)
Bonne Route
Después de ese fin de semana me quedaban, tan solo, tres días de trabajo antes de coger las vacaciones. El jueves 28 de julio, después de casi diez horas de autopista, llegaba a Vilanova.
El “mal” tiempo de ese primer fin de semana, junto con el cansancio acumulado (seguramente también de orden psicológico), hicieron que me quedase en casa sin tocar las bicis (ni carretera ni montaña).
No salí en carretera hasta el martes por la mañana. Fui a subir las Ventosas a ritmo muy tranquilo, (aunque para ello me habría ido mejor un desarrollo más desahogado) y arriba me di media vuelta y para casa.
Por el camino pude comprobar que aquí la gente sigue sin entrenar… Me crucé con Germán, Jordi y, yo que sé cuántos otros.
El miércoles, salida en BTT (Casa Alta, Acueducto, de nuevo Casa Alta y bajada por mi mirador favorito: los Balcones).
Y desde entonces, nada más. En esta semana de fiestas me acuesto tan tarde que, después, cuando me levanto ya no son horas de salir a no ser que quieras pillar una insolación.
Lo que si he hecho es leer. Una vieja afición que tenía un poco abandonada. Ya llevo dos libros, uno de ellos un gran descubrimiento que, si os gusta leer, os recomiendo vivamente: El bolígrafo de gel verde.
Se lee, muy rápido (a mí solo me ha durado dos días) pero te hace reflexionar (y mucho) sobre el estilo de vida que nos hemos construido. Por cierto, la historia de Eloy Moreno, su autor, también merece la pena de ser conocida… la tenéis en: www.elboligrafodegelverde.com
Nada más, nos vemos este sábado, si consigo levantarme a tiempo… ;-)
Bonne Route
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