El otro día lo dejamos en la Marmotte donde, como os decía, a pesar de haber aplicado un entrenamiento semi-estructurado, obtuve peores resultados que en 2009, del orden del 4%. Naturalmente un tal porcentaje, sobre el terreno no lo notas. Al fin y al cabo ¿qué son 23 minutos cuando acumulas casi 10h00 sobre la bici?
Pero desde hace muchos años, yo llevo un carnet de entrenamiento que junto con los datos que puedo descargar del pulsómetro me permiten analizar todas estas cosas. Y con los nùmeros en la mano, he visto que, exceptuando el Télégraph que subí en el mismo tiempo, en todas las otras subidas perdí algunos minutos con respecto a 2009. Y el rendimiento podría haber sido peor, pero la experiencia acumulada en esta marcha hizo que pudiese limitar los “daños”.
De vuelta a casa me quedaban menos de quince días para la última marcha de la temporada: La Etapa del Tour. Dos semanas en las que solo realicé tres salidas. Dos sesiones tranquilas en semana y una a fondo el domingo dando un poco de caña, (lo que fue muy bien apreciado por mis compañeros ;-).
En efecto, había planificado el entrenamiento que Chema prevé en su libro para las semanas 24 y 25, pero saliendo de la Marmotte decidí que lo mejor que podía hacer era recuperar ya que la forma acumulada no la iba a perder en tan solo diez días y, al contrario, los efectos del cansancio podían ser desastrosos.
Y llegó el día de la Etapa, que marcaba el inicio de mis vacaciones de verano (una circunstancia que psicológicamente creo que es importante). Era mi tercera marcha de la temporada y me la había planteado sin ninguna presión de tiempos y, a pesar de todo, conseguí realizar el mejor puesto jamás conseguido en una prueba de este tipo: 2 634 / 10 000 (aun lejos de Contador como podéis ver ;-).
Ese día, sin explicación aparente, estaba a tope de forma, no tuve ningún problema de estómago, ningún amago de rampa y solo empecé a notar el cansancio cuando faltaban unos cuatro km para coronar el Tourmalet (meta de la prueba). He reflexionado mucho sobre cuales pudieron ser las causas para un tal “éxito” y creo que, por orden, fueron las siguientes:
- Evidentemente el entreno.
- La gestión de los quince días que precedieron esta prueba: a medio gas y privilegiando la recuperación, lo que permitió crear una sobre-compensación.
- Era la tercera prueba de la temporada y he notado (no sé si le pasará a todo el mundo) que, siempre, a partir de la tercera tengo mejores sensaciones
- Cambié la marca de bebida isotónica (los polvos que se meten en el agua), junto con una buena gestión de la alimentación (comiendo algo cada ¾ de hora).
Como os podéis imaginar, a partir de ese día y después de una semana de vacaciones con la familia y sin tocar la bici, mis salidas fueron mucho menos estructuradas (repartidas entre BTT y carretera). Ahora ya, lo único que contaba era la dimensión placer (lo que no impide sufrir un poco de vez en cuando ;-). Y así, hasta octubre donde volví al entrenamiento estructurado programando un ciclo light de PMA y umbral antes del semi-parón de dos semanas a principios de noviembre.
Pero desde hace muchos años, yo llevo un carnet de entrenamiento que junto con los datos que puedo descargar del pulsómetro me permiten analizar todas estas cosas. Y con los nùmeros en la mano, he visto que, exceptuando el Télégraph que subí en el mismo tiempo, en todas las otras subidas perdí algunos minutos con respecto a 2009. Y el rendimiento podría haber sido peor, pero la experiencia acumulada en esta marcha hizo que pudiese limitar los “daños”.
De vuelta a casa me quedaban menos de quince días para la última marcha de la temporada: La Etapa del Tour. Dos semanas en las que solo realicé tres salidas. Dos sesiones tranquilas en semana y una a fondo el domingo dando un poco de caña, (lo que fue muy bien apreciado por mis compañeros ;-).
En efecto, había planificado el entrenamiento que Chema prevé en su libro para las semanas 24 y 25, pero saliendo de la Marmotte decidí que lo mejor que podía hacer era recuperar ya que la forma acumulada no la iba a perder en tan solo diez días y, al contrario, los efectos del cansancio podían ser desastrosos.
Y llegó el día de la Etapa, que marcaba el inicio de mis vacaciones de verano (una circunstancia que psicológicamente creo que es importante). Era mi tercera marcha de la temporada y me la había planteado sin ninguna presión de tiempos y, a pesar de todo, conseguí realizar el mejor puesto jamás conseguido en una prueba de este tipo: 2 634 / 10 000 (aun lejos de Contador como podéis ver ;-).
Ese día, sin explicación aparente, estaba a tope de forma, no tuve ningún problema de estómago, ningún amago de rampa y solo empecé a notar el cansancio cuando faltaban unos cuatro km para coronar el Tourmalet (meta de la prueba). He reflexionado mucho sobre cuales pudieron ser las causas para un tal “éxito” y creo que, por orden, fueron las siguientes:
- Evidentemente el entreno.
- La gestión de los quince días que precedieron esta prueba: a medio gas y privilegiando la recuperación, lo que permitió crear una sobre-compensación.
- Era la tercera prueba de la temporada y he notado (no sé si le pasará a todo el mundo) que, siempre, a partir de la tercera tengo mejores sensaciones
- Cambié la marca de bebida isotónica (los polvos que se meten en el agua), junto con una buena gestión de la alimentación (comiendo algo cada ¾ de hora).
Como os podéis imaginar, a partir de ese día y después de una semana de vacaciones con la familia y sin tocar la bici, mis salidas fueron mucho menos estructuradas (repartidas entre BTT y carretera). Ahora ya, lo único que contaba era la dimensión placer (lo que no impide sufrir un poco de vez en cuando ;-). Y así, hasta octubre donde volví al entrenamiento estructurado programando un ciclo light de PMA y umbral antes del semi-parón de dos semanas a principios de noviembre.
En conclusión: Viendo mis sensaciones sobre la bici desde el día de la Etapa del Tour, creo que puedo decir que el programa de entreno ha funcionado. Seguramente no he mejorado tanto como yo esperaba pero, después de casi veinte años de ciclismo, habría sido un poco raro lo contrario. Sin duda, alguien que acaba de comenzar, tiene muchas más probabilidades de dar un salto de nivel espectacular.
Ahora bien, como habéis podido constatar, el entreno no es lo único que cuenta para conseguir acabar en buenas condiciones una marcha de la dureza de la QH, Trois Ballons o Marmotte (poco importa el puesto). La alimentación, el estado de fatiga antes de la prueba y, sobre todo, la progresividad son factores importantes a no pasar por alto.
En por ello que esta nueva temporada voy a introducir tres cambios para mejorar:
- el primero es comenzar mucho más pronto la temporada (a mediados de noviembre) para separar la base de las sesiones de fuerza y aunque sea muy duro (psicológicamente hablando) dejar que los compañeros de grupeta se vayan para no sobrepasar el ritmo planificado.
- El segundo es gestionar mejor la alimentación para que los periodos de entreno intensivo sean verdaderamente provechosos y, si posible, llegar al peso de forma. Espero que el nuevo libro de Chema Arguedas pueda ayudarme en ello.
- El tercero es planificar las pruebas a las que participaré con una dureza progresiva para evitar lo que me pasó en la Trois Ballons y un poco en la Marmotte. Por el momento he previsto una a principios de mayo (cerca de casa, por lo tanto plana) otra a mediados del mismo mes de media montaña, la Time Megève Mt. Blanc (corta pero dura) y finalmente la Copains y la Etapa del Tour (que son los objetivos).
Como ya os he dicho el cuerpo se tiene que acostumbrar a la gestión del esfuerzo de larga duración. A mi me hacen falta al menos dos pruebas para que, en la tercera, todo vaya mucho mejor. Si viviese en Vilanova podría programar salidas de seis horas non stop a ritmo de marcha con al menos 2 000 m de desnivel y eso podría bastar. Ahora bien, os aconsejo participar al menos a una prueba antes de vuestro verdadero objetivo para que os acostumbréis al ambiente que rodea un tal evento.
En fin, estoy empezando la nueva temporada, y por el momento, mi nivel es bastante más alto que el del año pasado (lo puedo constatar comparando los resultados de mis sesiones en mi carnet de entrenamiento). ¿Quiere esto decir que estaré en mejor forma en el verano? Es muy pronto para decirlo, el tiempo y las circunstancias lo dirán…
Por cierto, el objetivo de estos dos artículos era el de haceros un resumen lo más objetivo posible de mis resultados en mi primer año de entrenamiento estructurado. Conscientemente y con el objetivo de que el mensaje sea más claro, he decidido no hablar de placer, que lo ha habido y mucho (aunque a veces sea de índole masoquista ;-). Ya habrá tiempo de aquí a Navidad para tratar ese tema …
Bonne Route
Ahora bien, como habéis podido constatar, el entreno no es lo único que cuenta para conseguir acabar en buenas condiciones una marcha de la dureza de la QH, Trois Ballons o Marmotte (poco importa el puesto). La alimentación, el estado de fatiga antes de la prueba y, sobre todo, la progresividad son factores importantes a no pasar por alto.
En por ello que esta nueva temporada voy a introducir tres cambios para mejorar:
- el primero es comenzar mucho más pronto la temporada (a mediados de noviembre) para separar la base de las sesiones de fuerza y aunque sea muy duro (psicológicamente hablando) dejar que los compañeros de grupeta se vayan para no sobrepasar el ritmo planificado.
- El segundo es gestionar mejor la alimentación para que los periodos de entreno intensivo sean verdaderamente provechosos y, si posible, llegar al peso de forma. Espero que el nuevo libro de Chema Arguedas pueda ayudarme en ello.
- El tercero es planificar las pruebas a las que participaré con una dureza progresiva para evitar lo que me pasó en la Trois Ballons y un poco en la Marmotte. Por el momento he previsto una a principios de mayo (cerca de casa, por lo tanto plana) otra a mediados del mismo mes de media montaña, la Time Megève Mt. Blanc (corta pero dura) y finalmente la Copains y la Etapa del Tour (que son los objetivos).
Como ya os he dicho el cuerpo se tiene que acostumbrar a la gestión del esfuerzo de larga duración. A mi me hacen falta al menos dos pruebas para que, en la tercera, todo vaya mucho mejor. Si viviese en Vilanova podría programar salidas de seis horas non stop a ritmo de marcha con al menos 2 000 m de desnivel y eso podría bastar. Ahora bien, os aconsejo participar al menos a una prueba antes de vuestro verdadero objetivo para que os acostumbréis al ambiente que rodea un tal evento.
En fin, estoy empezando la nueva temporada, y por el momento, mi nivel es bastante más alto que el del año pasado (lo puedo constatar comparando los resultados de mis sesiones en mi carnet de entrenamiento). ¿Quiere esto decir que estaré en mejor forma en el verano? Es muy pronto para decirlo, el tiempo y las circunstancias lo dirán…
Por cierto, el objetivo de estos dos artículos era el de haceros un resumen lo más objetivo posible de mis resultados en mi primer año de entrenamiento estructurado. Conscientemente y con el objetivo de que el mensaje sea más claro, he decidido no hablar de placer, que lo ha habido y mucho (aunque a veces sea de índole masoquista ;-). Ya habrá tiempo de aquí a Navidad para tratar ese tema …
Bonne Route
Totalmente de acuerdo en las conclusiones.
ResponderEliminarTengo mi plan practicamente finalizado, solo faltan pequeños retoques y decidir la fecha de inicio, despues de unos dias de descanso, seguramente será en Enero.
Si me surge alguna duda, que las habrá ¿no te molesta que te la consulte?, seguro que más experiencia que yo tienes.