La mala noticia de esta semana (y espero que la ultima de este año) no ha sido la Vuelta a España, ni nuestras “pequeñas” batallitas cotidianas (ya os contaré las mías durante la semana) sino la muerte de Laurent FIGNON, con tan solo 50 años de edad, después de meses de una lucha ejemplar contra el cáncer.
Con uno de los mejores palmarés de la historia del ciclismo :
- Dos Tours de Francia (1983/84) y un segundo puesto en 1989 detrás de Greg Lemond (que ganó con tan solo ocho segundos de avance gracias a la contrarreloj).
- Un Giro de Italia y un segundo puesto en 1984 después de un robo histórico por parte de los italianos que se confabularon para hacer ganar a Bugno.
- Dos Milan-San Remo, un Criterium Internacional, campeón de Francia y multitud de carreras “menores”, etapas y criteriums que totalizan un total de 81 victorias.
Las circunstancias de la vida hicieron que se publicase su libro (“Éramos jóvenes e inconscientes”) justo en el momento en el que los médicos le anunciaron su enfermedad. En él relata, entre otras muchas cosas, las prácticas dopantes de su época, un juego de niños comparado con lo que se empezó a practicar unos años más tarde. De hecho, en este libro confesó haber tomado sustancias ilícitas pero, también, que decidió retirarse del ciclismo cuando vio la amplitud que estaban tomando las cosas, convirtiendo a ciclistas “segundones” en ganadores.
Pero no son sus éxitos deportivos (y mucho menos su libro que aun no he leído) lo que me ha animado a escribir este artículo sino la persona. En efecto, como sin duda ya sabéis L. Fignon era consultor en TF2/3 (las cadenas públicas francesas) durante las retransmisiones del Tour de Francia y otras carreras ciclistas (puesto equivalente al de P. Delgado en TVE).
Gracias a su extraordinaria visión de la carrera, su enfoque crítico (os puedo asegurar que no tenia pelos en la lengua) y su sentido del humor, he podido disfrutar bastantes horas delante de la tele durante las retransmisiones de pruebas, a veces bastante aburridas debido a la falta de combatividad de los contendientes, algo que él tampoco entendía ni compartía.
Pero lo más extraordinario es que durante estos dos últimos años, 2009 pero sobre todo en 2010 (con la voz rota a causa de la enfermedad) ha seguido al pie del cañón a pesar del tratamiento que estaba siguiendo (quimioterapia) dándonos una ultima lección de vida, bravura y dignidad ante la muerte.
Con uno de los mejores palmarés de la historia del ciclismo :
- Dos Tours de Francia (1983/84) y un segundo puesto en 1989 detrás de Greg Lemond (que ganó con tan solo ocho segundos de avance gracias a la contrarreloj).
- Un Giro de Italia y un segundo puesto en 1984 después de un robo histórico por parte de los italianos que se confabularon para hacer ganar a Bugno.
- Dos Milan-San Remo, un Criterium Internacional, campeón de Francia y multitud de carreras “menores”, etapas y criteriums que totalizan un total de 81 victorias.
Las circunstancias de la vida hicieron que se publicase su libro (“Éramos jóvenes e inconscientes”) justo en el momento en el que los médicos le anunciaron su enfermedad. En él relata, entre otras muchas cosas, las prácticas dopantes de su época, un juego de niños comparado con lo que se empezó a practicar unos años más tarde. De hecho, en este libro confesó haber tomado sustancias ilícitas pero, también, que decidió retirarse del ciclismo cuando vio la amplitud que estaban tomando las cosas, convirtiendo a ciclistas “segundones” en ganadores.
Pero no son sus éxitos deportivos (y mucho menos su libro que aun no he leído) lo que me ha animado a escribir este artículo sino la persona. En efecto, como sin duda ya sabéis L. Fignon era consultor en TF2/3 (las cadenas públicas francesas) durante las retransmisiones del Tour de Francia y otras carreras ciclistas (puesto equivalente al de P. Delgado en TVE).
Gracias a su extraordinaria visión de la carrera, su enfoque crítico (os puedo asegurar que no tenia pelos en la lengua) y su sentido del humor, he podido disfrutar bastantes horas delante de la tele durante las retransmisiones de pruebas, a veces bastante aburridas debido a la falta de combatividad de los contendientes, algo que él tampoco entendía ni compartía.
Pero lo más extraordinario es que durante estos dos últimos años, 2009 pero sobre todo en 2010 (con la voz rota a causa de la enfermedad) ha seguido al pie del cañón a pesar del tratamiento que estaba siguiendo (quimioterapia) dándonos una ultima lección de vida, bravura y dignidad ante la muerte.
Qué suerte haber podido apreciar sus comentarios en la televisión francesa. Un saludo Manuel.
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