ODISEA (La otra cara…)

Salimos los tres juntos (Alex, Angel y yo) a ritmo tranquilo… hasta la rotonda de los juzgados. Allí, Angel mete la directa y sale disparado… Alex detrás, entre dos aguas y yo, que no estoy acostumbrado a estos arranques en frío, haciendo lo que puedo, mientras intento contener el hígado para que no salga por la boca.

Para que os hagáis una idea, yo aun estaba en el cruce con la nacional y él ya arriba en el camping.

Nos volvemos a juntar en la bajada del chatarrero y un poco más tarde encontramos al Iván que había salido en solitario. Esto ha permitido que mientras Angel y Alex iban haciendo sus series (hasta el pie de la Joncosa) Iván y yo íbamos, alternativamente, a nuestro ritmo detrás o dejándonos enredar para sufrir en una de ellas.

Subida tranquila a la Joncosa (para ellos) aunque yo hoy iba justito de fuerzas (sin duda la fatiga de tantos días de entreno)… y eso era solo el principio del calvario (aunque, después de leer el blog del Angel, creo que ellos lo han pasado peor por lo menos en cuanto a stress se refiere).

Bajamos hacia la carretera de Rodonyà (todos juntos hasta el cruce). Iván y yo entramos primero en la carretera y seguimos avanzando charlando tranquilamente sin darnos cuenta que Angel y Alex se han quedado detrás.

Nos damos cuenta al pie del falso llano que lleva al restaurante y, como no hemos oído ningún grito de alarma detrás, nos decimos que se habrán quedado “cambiando el agua al canario” y continuamos contentos por habernos librado de una de sus series.

Abordamos Can Ferrer, y aun no vienen, así que empezamos a subir tranquilamente para ver si nos alcanzan. Yo, por mi lado, empiezo a notar que tengo un día de esos penibles y que no tengo nada de fuerza en las piernas.

Cuando llevamos un rato subiendo, empezamos a tener claro que deben haber pinchado, pero en ningún caso nos imaginamos la tragedia que estaban sufriendo detrás. Yo he pensado que el que había pinchado era Angel y que, al ser su primer pinchazo con tubular, le estaba costando un poco más de rato cambiarlo.

A mitad de camino empiezo a decirme que están tardando demasiado, pero el Iván tenia que seguir (trabajaba esta tarde) y yo, cada vez con peores sensaciones (no pasaba de 155 pulsaciones, las piernas vacías y sin fuerzas) me he dicho que mejor seguir a mi ritmo para no penalizar a los otros dos en la subida. A estas alturas ya tenia claro que cuando nos pillaran les diría de continuar a su ritmo y yo me volvería por las Ventosas, arrastrándome, en compañía del Iván.

Pero hemos coronado y aun no venían, así que para abajo y cuando hemos llegado al cruce de las Ventosas Iván ha continuado y yo me he quedado allí esperando que llegasen para, al menos, despedirme.

Fotos en el cruce mientras espero...

Veinte minutos de espera y no llegan, estaba claro que había pasado algo y que, o habían cambiado de ruta, o habían entrado directamente. Así que, al final, viendo que la espera es inútil y que mi cuerpo no me permite otra cosa decido volver por el camino más corto hasta casa (tal y como había planeado durante la subida de Can Ferrer pero sin compañía).

La vuelta en solitario no ha sido nada agradable, ya que además de mis malas sensaciones (completamente apajarado, ni las barritas hacían efecto) no paraba de preguntarme que les habría pasado. Para máx. INRI yo llevaba una cámara completamente nueva y parches autoadhesivos (Débora los vende en su tienda).

Conclusión 1: Por no querer amargarles la subida a Can Ferrer (y la salida), con mis malas sensaciones, los he dejado tirados (precisamente yo, que me he pasado más de tres años “domesticando” a mis compañeros de grupeta franceses para que esperen a la gente cuando pinchan :-(

Conclusión 2: Cuando sales con alguien, lo primero es pedirle su número de móvil (al menos si os pasa algo así, podéis contactaros).

Bonne Route