viernes, 13 de enero de 2012

Diego BALLESTEROS CUCURULL

Seguramente, así de pronto, el nombre no os suene de nada. Yo tampoco sabía quien era hasta que leí un pequeño articulo (creo que fue en la revista Pedalier, aunque no estoy seguro) sobre la publicación del libro donde relata (a modo de diario) su hazaña. 

Me mordió la curiosidad y entonces busqué su blog donde descubrí la excepcionalidad de esta persona y… lo que le ocurrió después. Todo habría quedado ahí si no fuera porque estuve comentando sus aventuras con la familia y cómo me había impactado todo lo que le había acontecido a Diego.

Así que, esta Navidad, mi hermana aprovechó para regalarme el libro. La verdad es que mi primera reacción cuando lo vi fue pensar: 

- ¡Vaya! El regalo chorra del año. A ver quien se lee ahora este tocho sobre un “friqui” que se va desde Zaragoza a Pekín en bicicleta con la excusa de unir la Expo con las Olimpiadas.
Pero las vacaciones son largas así que me lo empecé a leer, más que nada, para no aburrirme cuando acabé otro de los libros que me regalaron (éste escogido por mi).

Y la magia empezó a operar. El libro empieza en el día en que inicia su aventura con unas primeras etapas en Europa donde vas entrando en materia identificándote, cada vez más con el protagonista.

Cuando entra en la antigua Yugoslavia, ya estás enganchado y cuando empieza a rodar por Turquía Irán, algunas de las antiguas repúblicas soviéticas, etc. te sientes absorbido por una fuerza inmaterial y comienzas a vivir la aventura en primera persona, sin poder desconectar.

Pedaleas hasta la agonía, pasas sed y hambre, luchas contra el viento, te caes, sientes inseguridad ante los desconocidos, … todo, como si fueses él. En definitiva, vives y sufres en la piel de Diego sus mil y una peripecias y, sobre todo… no sueltas el libro hasta que lo acabas.

Supongo que el hecho de ser ciclista ayuda, pero estoy seguro de que no hay solo eso… el libro, al contrario de lo que yo me había imaginado, transcribe muy bien el espíritu de esa aventura que a todos nos gustaría realizar (sin atrevernos tan siquiera a comenzar), así como sus sensaciones y sentimientos a lo largo de la misma.

En fin, como comprenderéis a través del libro (si os decidís a leerlo) u ojeando su blog, para mi la excepcionalidad de Diego no viene del hecho de haber recorrido 12882 km en bicicleta en tan solo cuatro meses (si a alguno de los que frecuentan este blog, yo incluido, nos diesen cuatro meses libres, no andaríamos lejos ;-)

Para mí, la excepcionalidad viene por tener el coraje de organizar un tal viaje y lanzarse al vacío en países con costumbres muy lejanas a nuestros estándares occidentales. Países donde la comunicación con los otros es muy difícil y donde tu propia seguridad está completamente a la merced de los valores humanos (buenos y malos) de las personas con las que se va cruzando (afortunadamente, él no se tuvo que enfrentar a los peores).

Pero, la ironía de la vida quiso que Diego llegase a Pekín en el tiempo establecido y sin ningún percance mayor (como siempre, todo es relativo… ;-) Y que dos años después, cuando estaba disputando la Race accross America, fuese atropellado por un conductor que iba despistado y, como consecuencia del mal diagnostico que le dieron en un hospital de los EEUU (el estandarte de la cultural occidental), se quedase minusválido para toda la vida.

Aunque como veréis si visitáis su blog http://delaexpoalasolimpiadas.blogspot.com/, el muchacho no se ha quedado sentado mucho tiempo en la silla de ruedas…

Bonne Route

PD: ¡Mierda! Me acabo de acordar que mi hermana también sigue el blog :-(

1 comentario:

  1. jejeje , ése comentario al filo del abismo ... :-)

    ostras vaya nevera ahí fuera ! menos mal que estoy rebajao de servicio !

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