miércoles, 16 de junio de 2010

TROIS BALLONS: La cronica

La primera marcha de la temporada es ya historia. El balance, después de meses de preparación y entrenamiento, es positivo aunque aun quedan algunos puntos sobre los que progresar. Lo que si os puedo adelantar es que esta marcha es, con diferencia, la más bonita (por sus paisajes) que he realizado hasta ahora. Además, deportivamente hablando, es más dura que la Quebranta y caso tanto como la Marmotte. Así que ya lo sabéis, si el año que viene no tenéis otra cosa que hacer en estas fechas… apuntaros, no os arrepentiréis (si lo hacéis, yo me uniré a vosotros, si no, volveremos a la Time que es un poco más asequible para la gente de mi nivel ;-).

Pero… empecemos por el principio: El viernes, después de casi cinco horas de ruta, llegamos a Belfort no sin antes habernos parado en Champagney (lugar de salida de la prueba) para recoger nuestros dorsales, la “puce” electrónica y, por supuesto, la camiseta de regalo.

Belfort es una bonita ciudad de provincia, del tamaño de Vilanova (más o menos) y situada al pie del Ballon d’Alsace, una de las subidas previstas en el menú.

Aunque nosotros no tuvimos tiempo, muchas cosas a visitar. Aquí tenéis algunas fotos que Florian y Salima me pasaron ya que ellos sí que se quedaron por allí el domingo.

El león de Belfort

La fortaleza (del siglo XVI)…
Bueno, volviendo a lo nuestro: Una vez instalados en el hotel y después de comer en el centro de Belfort, estuvimos (Thierry y yo) esperando la llegada de Florián para salir a estirar las piernas. Salida algo más larga de lo previsto, una hora y veinte minutos, dirección el Ballon d’Alsace a ritmo muy tranquilo.

El domingo, el despertador sonó a las cinco de la mañana. Directo a la ventana para ver el tiempo que hacia (había amenaza de tormentas) y… ¡estaba lloviendo a cántaros!!!

Os podéis imaginar el ambiente durante el desayuno (el hotel estaba de lleno de ciclistas, la mayoría belgas, que son más escandalosos que los españoles ;-). Aunque, finalmente, tuvimos suerte, ya que mientras desayunábamos paró de llover.

Salida hacia Champagney donde dejamos los coches. Últimos preparativos: Bebidas, barritas, geles, etc. y a esperar durante un poco más de un cuarto de hora en la línea de salida. Tiempo suficiente para hacer algunas fotos…



Salida muy, muy, muy tranquila. Nunca había visto una marcha donde la gente saliese a un ritmo tan bajo, se notaba que la mayoría sabían lo que les esperaba por delante…

Primer puerto, el Ballon de Servance (el más duro del día, si exceptuamos la ultima subida de la que ya hablaremos): Desde los primeros kilómetros pude comprobar que Florián había hecho los deberes desde la última salida que hicimos juntos ya que iba mucho más suelto que yo con el 34-25. De hecho, no me habría venido nada mal haber puesto el 27 (sobre todo en los tramos del 9,5% donde tenía que forzar un poco para seguir su ritmo).

Arriba solo paramos para ponernos los chubasqueros a causa de la humedad y la niebla que nos rodeaban. Bajada tranquila ya que no tenía ninguna confianza con el suelo mojado y, sobre todo, con las zapatas de freno que acababa de cambiar y que no estaban ni rodadas.

Segundo puerto, Oderen, subido a buen ritmo pero sin tanto esfuerzo ya que la pendiente era un poco màs suave que en el anterior. Arriba tampoco paramos, la bajada era corta así que pasamos de paravientos.

Tercera subida, col de Bramont, que subimos muy tranquilos (y a pesar de todo, íbamos pasando gente). Y arriba, el primer error del día: Nos pusimos los chubasqueros pensando que venia la bajada y de hecho apenas habia un km. Creyendo que la bajada no tardaría en venir seguimos hasta Markstein.

Allí tomamos la “ruta des cretes” que lleva hasta el Grand Ballon, un falso llano (con viento en contra) que se atragantaba un poco a causa del ritmo y de los malditos chubasqueros. Y además empecé a tener un dolor en la planta del pie izquierdo (había apretado demasiado los cierres de la zapatilla y con los cubre en lycra no podía aflojarla): Segundo error de la jornada, ya que el dolor me hacia compensar con la postura…

Menos mal que el paisaje (al menos, lo que se adivinaba a través de la niebla) era alucinante…

Aquí tenéis unas fotos que he sacado de Internet (sin niebla).

Al final acabamos llegando a la cima del Grand Ballon, ya sin agua. Había que compensar el líquido perdido a causa de los chubasqueros. Lo primero que hice fue sacarme los lycras y aflojarme la zapatilla, lo segundo, comer y beber. Y lo tercero…

Unas fotos desde la cima (lástima que estaba muy cubierto)…



Desde allí, larga bajada, a buen ritmo, ya que las zapatas empezaban a estar rodadas y, sobre todo, la carretera casi seca. Y de seguida, después de quitarnos los chubasqueros, la cuarta subida de la mañana: Hunsdruck.

Ritmo tranquilo marcado por una chavala (holandesa creo) que estaba más buena que el pan ;-) Y, como el puerto no es muy largo, (más o menos como las Ventosas), de seguida estábamos bajando de nuevo hasta que… ¡Mierda! Pinchazo… (el primero en una marcha : Super los Ultremo). Aunque lo peor fue ver como se alejaba la holandesa… :-(

Reparamos rápido (y gracias a un cartucho que me pasó Florián conseguí mantener la buena presión en la rueda trasera).

Una vez abajo, viene un falso llano de unos diez kilómetros que aprovechamos para recorrer protegiéndonos con los grupos que se iban formando, comer un poco y beber aunque… tal vez demasiado, intentando compensar las pérdidas de agua… ¿tercer error de la jornada?

Llegaba el quinto puerto del día el Ballon d’Alsace. Aunque antes nos paramos en el avituallamiento. Lo abordamos a ritmo tranquilo pero como los porcentajes eran importantes (alrededor del 10% durante varios kilómetros) tuve que forzar un poco con mi 25, eso sî, sin subir de pulsaciones (el horno ya no estaba para muchos bollos) y Florián, mientras tanto, a una cadencia que daba envidia :-(

Lo peor es que el estomago empezaba a darme la lata (y esto no era más que el principio). Tres cuartos de hora de dura subida y de nuevo para abajo hacia Belfort… Nos metimos en un pequeño grupo, donde tres (uno de ellos Florián) iban tirando de nosotros. Yo, bastante tenia con mis problemas de estomago… no sabia si comer, si beber o ninguna de las dos cosas y, encima, me estaban entrando ganas de vomitar.

Y los problemas no se habían acabado ya que a la entrada de Belfort me empezaron a dar amagos de rampas (en la pierna izquierda, por supuesto) por lo que salté del grupo, aunque Florián decidió quedarse conmigo: El momento clave del día ya que sin su apoyo no creo que hubiese acabado.

La tentación era fuerte, estábamos al lado de Belfort (donde teníamos el hotel) y a través de una carretera llena de toboganes, por la que fui arrastrándome para no despertar los temidos calambres, llegábamos a Champagney donde teníamos los coches.

Se me había “olvidado” deciros que la marcha no acababa en Champagney sino, 20 km más lejos, en la cima de la Planche des Belles Filles. Una auténtica “putada” de cinco km de largo donde nos estaban esperando Thierry (que avía hecho el recorrido de 105 km) y Salima.

En Champagney Florián me dejo parar en el avituallamiento, donde me inflé de trozos de naranjas, ¡a mí que no me gustan!, en esos momentos habría matado por ellas. Y la verdad es que me sentaron bastante bien.

Doce kilómetros, a rueda de Florián mientras iba rezando (y eso que soy ateo) para no tener calambres, hasta el pie de la subida y una vez allí, le dije que tirase para arriba a su ritmo.

Primer apretón para abordar la primera rampa del 10,5% y primer amago de calambre: ¡Esto promete! Pensé yo. Pero la verdad, es que durante el resto de la subida no volvieron a aparecer, no sé si por las naranjas o porque me concentré en imponer un pedaleo muy “redondo” para evitar el sobre esfuerzo.

Los que han corrido la Quebranta se preguntan todos los años quién sería la mente calenturienta a la que se le ocurrió poner la subida de la Hoz de Jaca. Si alguna vez corréis la Tres Ballons, os preguntaréis quién fue el hijo de p… que decidió poner esta subida después de 200 km.

Para resumir rápidamente: Es como los últimos cuatro km del Marie Blanque pero un poco más irregular ya que las rampas oscilan entre el 15% (algunos dicen que llegan al 20%) con algún “descansillo” del 7 u 8%... 40 minutos de subida para hacer 5 km (eso sí, sin poner pie a tierra… con dos c…:-)

Florián me sacó solo siete minutos en la subida…

Aunque eso sí… no tenía la misma cara que yo a la llegada… ;-)
Conclusión: 10h y 12 segundos (diploma d’argent a 20 min del oro) teniendo en cuenta que el cardio marca 9h05 (lo que quiere decir que paramos durante casi una hora en total, pinchazo incluido). Y todos coincidimos en una cosa: Venir a esta marcha ha sido el acierto del año, por la belleza de los paisajes, sus puertos (unos cuantos más al zurrón) y también… por su dureza. Así que ya sabéis, el reto está lanzado… y si no venís, pues me contentaré con pasar una semana con la familia para hacerles descubrir la route des crêtes, eso sí, en coche o, tal vez, a pie… ;-)


Bonne Route

4 comentarios:

  1. MADREEEE MIIAA!!!!! Qué dura es la GLOORIAAA!!!! FELICIDADES MANOLO, ya tienes bastante trabajo hecho para el articulo de PEDALIER!!!! UN ABRAZO!!!!

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  2. Madre mía, hasta me dolían las piernas con sólo con leer esos desniveles y km acumulados!!! Ayyyy señor, la que me espera el día 3... Enhorabuena por la crónica.

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  3. Por fin la crónica, ya estaba yo pensando que te habías quedado en algún ballon de esos ....
    Qué diferencia entre la sonrisa del principio y el careto final uuuufffff. ENHORABUENA por tu primer logro de la temporada!!!!
    Me apunto a la ruta en coche o a pie, qué paisajes más bonitos.

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  4. jajaja que carita se te ha quedaooooo !!
    muy buena la crónicaaaa !
    nos pilla un poquiito lejos , pero a fin de buenas que intentaremos ir , a ver quien chilla más los belgas o los ejspañolesss !
    y cuidado con los belgas que mi mujer me echa de casa ! son unos alelaos ! ;-)

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