viernes, 12 de marzo de 2010

BAJO CERO Y EN BICICLETA POR LAPONIA

Por gentileza de mi hermana, ahi os dejo este articulo aparecido en el Periodico, especialmente dedicado a aquellos que dudan en salir, ante el frio (no sé si sabeis de quien hablo ;-)


Un reportero de EL PERIÓDICO narra una travesía ciclista con temperaturas de hasta 30 grados bajo cero

Los temores iniciales desaparecen con las primeras pedaladas. Basta rodar unas decenas de metros sobre un camino cubierto por un palmo de nieve para constatar, felizmente, el espectacular agarre que ofrecen las ruedas de clavos. Despejada esa preocupante incógnita, el grupo inicia su periplo ciclista, un tour de más de 300 kilómetros entre Rovaniemi y Enontekio, en el corazón del círculo polar ártico finlandés.

El reducido pelotón, formado por seis aficionados al ciclismo empeñados en atravesar Laponia en invierno, parte de la capital administrativa de esta región de Finlandia rumbo a Levi, conocida
por la estación que acoge una prueba de la Copa del Mundo de esquí y que, con sus 531 metros de altitud sobre el nivel del mar, puede considerarse uno de los enclaves más elevados de la planicie lapona, una vasta extensión de tierra nevada que solo gana altura cuando su frontera se topa con las imponentes y escarpadas montañas de Noruega.

Los primeros kilómetros no solo sirven de toma de contacto con la calzada helada. También permiten comprobar si la ropa que se lleva encima es más que suficiente para protegerse de las bajas temperaturas propias del invierno ártico, con oscilaciones que pueden ir de los 10 a los 30 grados bajo cero. Aconsejados por Juan Menéndez, experto aventurero en travesías polares sobre dos ruedas, constatamos que hay más que suficiente con una buena camiseta térmica, imprescindible para mantener el calor que desprende el propio cuerpo, un forro como capa intermedia y un anorak de gore-tex. Para las piernas, bastan unas mallas y un pantalón de esquí.


Calzado especial

Los problemas pueden surgir en los pies. Para evitarlos es fundamental llevar un calzado especial. Descartadas las zapatillas de cala automática, ya que el viento y el frío se cuela por las ranuras y puede dejarte el pie como un cubito en pocos minutos, se hace imprescindible un buen calzado de montaña o, lo mejor, la bota canadiense, un tipo de descanso con un botín interior de pura y gruesa lana virgen.

A medida que el grupo se aleja de Rovaniemi por la carretera principal, el ya de por sí escaso tráfico va desapareciendo hasta convertir cada paso de un vehículo en un acontecimiento. Lo mismo que cuando lo que se cruza por medio es un imponente reno con su majestuosa cornamenta. Hay miles de ellos en toda Finlandia y todos, o casi todos, tienen propietario, granjeros que comercian con la carne de estos animales, que llega a cotizarse a 60 euros el kilo.

Torres de alta tensión a toda prueba

La producción de carne de reno y la industria maderera son los principales motores de la economía de este país, además de las telecomunicaciones, en el que los niños dejan de ir a la escuela a -21 grados y los albañiles, por ley, abandonan la obra cuando la temperatura llega a los 31 grados bajo cero. Por encima de este umbral, todo, carreteras, trenes y aropuertos, siguen funcionando cual reloj suizo, mientras las torres de alta tensión se mantienen orgullosamente erguidas, lo que hace inevitable las comparaciones. Usted ya sabe.

Las etapas empiezan muy temprano con tal de aprovechar las escasas horas de luz, ya que el día emerge pasadas las ocho de la mañana y vuelve a sucumbir cerca de las cuatro de la tarde. El sol se intuye, pero apenas se ve. Y si por algún extraño milagro saca la cabeza en medio del grisaceo paisaje lapón, que nadie espere que el reparador calorcito que desprenden sus rayos en los países mediterráneos se apiade de su congelado cuerpo. En estas latitudes, hasta la irradiación solar parece surgida de un congelador. Es lo que sucede cuando la temperatura ambiental no supera los 10 grados bajo cero.

Grados de más o de menos

La oscilación de la temperatura también permite constatar que no es lo mismo pedalear a -10 grados que a -15. El comentario, a veces socarrón y sin fundamento, de que a esas temperaturas el frío sacude con la misma saña con unos grados de más o de menos salta por los aires cuando se experimenta en la propia piel. Si a 10 u 11 grados bajo cero a uno le basta con un simple gorro de lana en la cabeza para seguir dando pedales, a -15 se hace imprescindible cubrirse todo el rostro con un pasamontañas de neopreno que solo deja espacio para que la boca y la nariz desprendan el vaho de la respiración acelerada por el esfuerzo, conviertiendo a cada ciclista en una especie de chimenea ambulante.

El monótono y a la vez mágico paisaje ártico de manto nival y espeso bosque de abetos nos acompaña hasta Enontekio durante cuatro etapas sin ninguna otra novedad que el esfuerzo que requiere la ruta, plana y sin apenas desnivel. Incluso las bicicletas responden con profesionalidad al rigor meteorológico echando por tierra el temor de que los cables de frenos y del cambio quedaran inutilizados por congelación, éxito en el que ha contribuido decisivamente el hecho de dejar las bicicletas siempre en el exterior, evitando así que la humedad del interior del cable se helara con el drástico cambio de temperatura.

Interés de la prensa local

A la llegada a Enontekio nos esperan varias decenas de ciudadanos que, a nuestro paso, levantan el pulgar en señal de felicitación mientras con la otra mano machacan el botón de su cámara digital para inmortalizar el final de una aventura que incluso ha despertado el interés de la prensa local. Y más después de constatar el deseo de dos miembros del grupo de continuar la ruta hasta el enclave conocido como las tres fronteras: allí donde confluyen las tierras de Finlandia, Suecia y Noruega. Pero esa ya es otra historia.

Os dejo la direccion de su blog por si os interesa saber màs: http://ebproject.blogspot.com/

Bonne Route

No hay comentarios:

Publicar un comentario